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Gleeson ha resumido en siete puntos aquello que aprendió de sus superiores durante sus años de servicio en Irak o África en un artículo publicado en Inc., y en el que reconoce cómo su paso por el ejército le hizo adoptar algunos de sus mejores hábitos, pero también, aprender de sus errores más peligrosos. “Una vez, cuando mi pelotón se estaba preparando para una misión en uno de nuestros campos de tiro en Irak, me olvidé de recargar una de mis pistolas después de la operación de la noche anterior”, explica en el artículo.
Al descubrirlo, su superior Mark Owen, el marine que escribió bajo seudónimo Un día difícil (Crítica), el libro que relataba la misión en la que Bin Laden fue eliminado, mostró su decepción. A partir de ese momento, Gleeson se dio cuenta de lo importante que era mantener unos buenos hábitos: “Si te acostumbras a seguir unos hábitos correctos que te conduzcan hacia el éxito, no puedes perder”. Como explica, los SEAL te obligan a romper con tus viejas costumbres, pues las consecuencias pueden ser trágicas. Por el contrario, manifiesta, “si quieres ser parte de un grupo de élite, asegúrate que mantienes estos hábitos”.
Sé leal
La fidelidad es lamentablemente cada vez menos frecuente en el mundo de la empresa, explica Gleeson. “La lealtad consiste en predicar con el ejemplo, en apoyar incondicionalmente a tu equipo y en no arrojar jamás a un miembro del equipo
a los leones”, señala. Si el jefe no es capaz de confiar en sus
subalternos, estos tampoco podrán ser leales a sus superiores y al grupo
del que forman parte.
Los demás son más importantes que tú
“No
te preguntes qué puede hacer la organización por ti, sino piensa qué
puedes hacer tú por la organización”. Esta parece ser una de las máximas
que rigen la marina americana. Gleeson recomienda que cada día te
levantes preguntándote qué puedes hacer para proporcionar valor añadido a tu equipo, y cómo puedes ayudar a tus compañeros. De esa manera, ellos harán lo propio en el sentido contrario.
Reflexiona
Aunque los Navy Seals suelen ser considerados como hombres de acción, sin un mínimo de reflexión cada día no podremos aprender de los errores
que cometemos, como ocurrió con Gleeson en Irak. Aunque el ritmo del
mundo moderno nos arrastre, debemos garantizar que reservamos una parte
de nuestro tiempo a examinar aquello que podemos mejorar o en lo que nos
hemos equivocado.
Sé obsesivamente organizado
Muchas
personas infravaloran la importancia del orden, hasta que, como le
ocurrió al emprendedor, se encuentran en Irak con una pistola descargada
y se lamentan por no haber sido un poco más cuidadosos. Hay quien nace
con la capacidad de acordarse de todo, y hay quien tiene que trabajarlo:
Gleeson recomienda que cada cual encuentre su método que le permita que nada escape a su control.
No sabes lo suficiente
Si vas de listo, mal. En esto coinciden la marina americana y Sócrates,
a quien se atribuye la célebre sentencia “yo sólo sé que no sé nada”.
Y, efectivamente, así es. “Todos los miembros eficientes de un equipo
son conscientes de que su entrenamiento nunca está completo”.
Por eso Gleeson propone eliminar a todos aquellos que creen que ya
saben lo suficiente y confiar tus proyectos a los que siguen mejorando
sus habilidades y aprendiendo cosas nuevas cada día.
Céntrate en los detalles
Todos
tenemos grandes planes para nuestra vida, pero debemos evitar que los
delirios de grandeza nos distraigan de aquello que tenemos que hacer
cada día, cada hora, cada segundo, para evitar el desastre. “Mi falta de
atención al detalle podría haber tenido consecuencias catastróficas
en Irak”, recuerda Gleeson, que insta al lector a pensar en una
compañía donde todos sus miembros presten la máxima atención al detalle
como su modelo ideal.
Nunca te sientas cómodo
El mundo empresarial moderno es igual que una guerra:
el cambio es constante y debemos estar siempre preparados para
reaccionar con celeridad a las amenazas que pueden surgir en cualquier
momento. “Debes empujarte fuera de tu zona de confort”, recomienda
Gleeson, puesto que sólo de esa forma podremos garantizar que estamos
empleando todo nuestro potencial. Ante la reserva que algunos lectores
pueden plantear respecto a estas en apariencia estresantes
recomendaciones, el CMO recuerda que, si te apasiona lo que haces, no
tendrás ningún problema en cumplir estos siete puntos.
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